MEMENTO MORI
2:16
Os he tenido muy abandonados. Quién
sabe si alguna vez volveréis de ese abandono, pero debéis saber que jamás he
olvidado este rincón. Mentiría si dijera que no buceo en ocasiones en mis
antiguas publicaciones, rememorando mis palabras y vuestros comentarios, y al
hacerlo se me escapa una ligera sonrisa que me incita a volver. Pero no siempre
aquello que queremos llega a hacerse realidad, y en mi caso, la balanza siempre
se decanta por la opción más cobarde: volver a cerrar este espacio y esperar a
que las cosas mejoren.
Ha sido un tiempo difícil, lleno
de contrariedades, en el que creía que los golpes nunca iban a acabar. He
cruzado los mares de la incertidumbre en busca de un futuro mejor, y el barco
en el que navegaba estaba repleto de heridas por las que se filtraba el salado océano
de la angustia. He luchado por mantenerme a flote, y ahora puedo decir que sigo
vivo. Pero no siempre lo he estado…
Ha pasado un año, y no imagináis la
de cosas que pueden suceder en un año. He cerrado capítulos de mi vida muy
tóxicos. He huido de monstruos en un ascenso exponencial hacia la gloria. He
caído de la nube contra el frío asfalto de una Barcelona congelada. Me he
enfrentado a mí mismo, en lo que ha sido una guerra entre mis múltiples
personalidades, cada una más feroz y enfurecida. De todas ellas, ha ganado la
más débil, puesto que en ocasiones en la propia debilidad puede encontrarse la
fuerza para continuar hacia adelante.
Estoy bien. Esas son las palabras
que me digo cada mañana frente al espejo. Pero mi reflejo me responde esa misma
frase en otro tiempo futuro, como si estuviera lanzándome una mano de tarot tan
incierta y poco creíble como esperanzadora.
En ocasiones cuando ocurren un seguido de
eventos catastróficos decides ponerte un antifaz protector con el que no eres
capaz de ver lo bueno que tienes a tu alrededor. Es triste, pero los humanos
estamos configurados así, al menos ese es el software que ha estado instalado
en mi cerebro hasta que empecé a formatear cada segmento de mi disco duro. A
raíz de todo ello, pinté en mi piel un nuevo aliado. Sus palabras esconden un
significado muy profundo que se ha convertido en mi norma de vida. Memento
Mori, grita un Anubis tatuado en mi brazo.
No desaproveches el tiempo.
Recuerda que morirás.
2 comentarios
Hace tiempo que esperaba leerte, me alegra que estés bien, espero verte mas seguido por acá.
ResponderEliminarEs cierto, pueden pasar mil cosas en un año. La vida suele darnos sorpresas, algunas más desagradables que otras, pero en ese dolor y desconcierto siempre terminamos conociéndonos mejor, aprendiendo sobre lo único permanente en nuestra corta vida: nosotros mismos. Curiosamente, también estoy pasando un momento difícil y me he hecho mi primer tatuaje, aunque no se me ocurrió lo del Anubis. Algún día podés publicar una foto, debe ser interesante.
ResponderEliminarÁnimos y que estés bien. Espero leer más en este espacio.
Un abrazo.